Inicio > El engaño en el poker: cómo ganar sin cartas

Por: José Litvak Flag of Argentina

Ganar sin cartas es la sal del poker y lo que lo hace tan atractivo, pero requiere una buena dosis de astucia y de audacia. Es un momento en que se ponen en tensión las fortalezas y las debilidades de la personalidad, que aleja los resultados de la mera aleatoriedad determinada por el valor de las manos que le tocaron en suerte a cada uno.

En el Texas Hold’em, por ejemplo, la gran mayoría de las rondas se ganan por abandono. Es como el knock out técnico en el boxeo (no hace falta el veredicto final sustentado en la performance desarrollada durante el combate). Por eso, saber apostar y saber bluffear es más importante que tener buenos naipes (él o los otros siempre pueden tener mejores y no lo sabremos hasta el showdown).

En el poker el engaño es lícito e, incluso, necesario. Es un mecanismo de subsistencia. A quien no lo haga o no sepa hacerlo, le sugerimos dedicarse a las damas.

Entonces… ¿cómo se engaña?

Este arte hay que aprenderlo: que nuestra mentira aparezca como verdadera, tratando de dejar el menor margen de duda, utilizando la palabra y la capacidad de fingir, no es tan sencillo. Claro que no es bueno abusarse y, peor aún, entrar en la trampa del goce de engañar.

El psiquiatra Paul Ekman, define al dumping delight como “el placer que se obtiene de tomar un importante riesgo y hacer frente al reto de manipular a una persona”.  En estos casos, disfrutaremos, por cierto, pero el crecimiento de nuestro ego será inversamente proporcional al de nuestro stack. Conocer cómo utilizar el engaño es tan importante como aprender a descifrar cuándo nuestros contrincantes lo están haciendo.

La psicóloga Marie France Cyr, por su arte, dice que “detectar una mentira es como oír a un músico que desafina en un cuarteto”. Explica que la comunicación se compone de cuatro elementos: el discurso, la voz, la cara y el cuerpo de cada uno y que “mentir es desequilibrar el sistema de comunicación que suena armoniosamente cuando expresamos nuestra verdad”.

¿Cómo se engaña en el poker? Apostando o no apostando, hablando y con gestos (acting puro). Usar bien la apuesta requiere conocer varios tópicos del juego, principalmente matemáticos. El objetivo es romperle al rival la equidad de foldeo.

Pero con eso no basta. También hay que aprender algunas habilidades de actuación. Sir Laurence Olivier, el célebre actor y director teatral inglés, se preguntó: “¿Qué es en el fondo actuar, sino mentir? ¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo?”

Saber engañar implica ser consistentes, creíbles, seguros y manejar correctamente el lenguaje verbal y el gestual. Algunos estudiosos de este tema sugieren auto filmarse durante una competencia para poder visualizar las reacciones típicas y desmitificar esa creencia que muchos tienen respecto de su dominio de las reacciones físicas. El componente emocional va ligado a la expresión del cuerpo: el miedo, la inseguridad, incluso ese goce al mentir, se manifiestan en los gestos, en los movimientos, etc.

Todas estas herramientas son válidas para provocar al abandono de una ronda y hay que usarlas. Pero lo distintivo, lo peculiar y lo que hace más divertido al Texas Hold’em, es la posibilidad de hablarle al otro, de chamuyarlo (utilizamos este término lunfardo, porque creemos que los dialectos reflejan mejor los significados).

El chamuyo es algo más que dialogar, es tratar de envolver y confundir al otro con lo que le decimos, generarle una ficción creíble y, de ese modo, conseguir nuestro propósito. Es un arte, una excelente técnica para convencer tanto a un oponente como a una señorita (otro ámbito de uso imprescindible). Nos lo explicó un amigo tanguero de una manera tan precisa que nos pareció provechoso reproducirlo.

Antes de hacerlo, vale una aclaración. Como los términos utilizados en el poker se mantienen en inglés, a continuación de cada argentinismo incluimos una traducción cuyo propósito es aportar más neologismos para el diccionario específico y para que lo comprendan mejor “nuestros millones de lectores” de otros lares o los autóctonos no versados en este argot lunfardo.

“En el escolaso (game), chamuyar es hacerle el verso al otario (to make the verse to the sucker) para impresionarlo, meterle el rrope (to introduce the dog) y engrupirlo (to trick) empiojando la situación (putting lices) para obligarlo a irse al mazo (force him to fold), acostarlo (lay him down) y llevarse la teca (get the money)».

«Pero hay que junarlo bien (to know well), porque no cualquier nabo (idiot) lo sabe hacer. No se puede guitarrear (play the guitar) así nomás ni correrlo con la vaina (run him with the pod) con un cuento del tío (story from an uncle) porque si el tipo (guy) es paganini (classical music composer) y descubre la verdad de la milanesa (the true breaded meat) nos romperá el upite (bankroll) y quedaremos fallos al oro (dried)».

«Tampoco conviene meter la mula (mule) para llevarnos verdurita (little vegetables), sólo un opa (fool) haría esa macana (stupidity)”.

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