Inicio > Es hora de hablar un poco más sobre la suerte

Por José El Profe Litvak Flag of Argentina

No cabe duda de que en el poker el azar es un condimento importante, como en casi todos los deportes, pero de ninguna manera es definitorio.

Podría afirmarse que, salvo en el Ajedrez o en el Go, en todos los juegos, en mayor o en menor medida, el azar juega su rol, incluso en los de destreza física.

En el golf, por ejemplo, un mal tiro puede dar contra un obstáculo y rebotar a una buena posición o a una pésima, y la cantidad de golpes adicionales derivados de esa circunstancia puede definir un torneo.

En el fútbol, la diferencia existente entre que una pelota pegue en el palo e ingrese en el arco es insignificante desde una óptica métrica, y el resultado no depende de la habilidad de quien pateó.

En el Tenis, que una bola que pega en la red caiga de un lado o del otro depende de la suerte (quién no recuerda la primera escena de Match Point, la famosa película de Woody Allen). Y así podríamos enumerar cientos de ejemplos…

Como señala Phil Hellmuth:

«Si la suerte no influyera en el poker, yo ganaría siempre».

Si tiramos una vez una moneda al aire saldrá cara o seca, puro azar. Sin embargo, si la tiramos cien veces, la cantidad de oportunidades en que saldrá una y otra alternativa irá igualándose y, si la tiramos infinita cantidad de veces, será exactamente igual. Es una ley matemática.

Esto, replicado en el poker, significa que el azar podrá ayudarnos a ganar una partida, un torneo y hasta más de uno, pero, en el largo plazo, la suerte tiende a ser igual para todos. Y estas conceptualizaciones deben medirse, necesariamente, con esa óptica, la del largo plazo.

Sin embargo, no por ello, podemos ignorar o dejar de reconocer que, a menudo, se verifican rachas buenas o malas, épocas en las que todo sale bien y otras en las que, hagamos lo que hagamos, todo sale mal.

En definitiva, es innegable que algunos son más afortunados o agraciados que otros y, como se escucha habitualmente, «hay gente que tiene más suerte que cabeza».

Este tema también ha sido abordado en muchas ocasiones en la justicia. Entre otros antecedentes, es interesante comentar lo resuelto, hace poco tiempo, por el Tribunal Supremo de Suecia. El caso se había originado después de que los organizadores de un torneo de Texas Hold’em fueran acusados de violar las leyes de juego. En primera instancia, los responsables fueron declarados culpables y encarcelados. El fiscal general solicitó, entonces, la atención del Tribunal Supremo.

O, tal vez, como lo sostiene Mark Pilarski11:

«Mientras mejor juegas, más suerte tienes».

Este debate fue de vital importancia, ya que, según las leyes del país, debe tener un “grado considerable” de influencia del azar para que el juego sea ilegal.

La defensa argumentaba que la trayectoria del torneo demostraba por sí misma que la técnica y el conocimiento incrementaban las posibilidades de éxito, más que la suerte.

En calidad de testigo, un jugador profesional les dio clases a los jueces para demostrar las habilidades requeridas por el juego. Asimismo, afirmó que el resultado dependía de «la valentía, la paciencia, la experiencia, del conocimiento matemático y del estado psicológico».

Sostuvo que adquirir estas habilidades requiere de mucho tiempo y que «nunca se acaba de aprenderlas del todo». Otro testigo fue un reconocido matemático quien, después de realizar el análisis estadístico correspondiente, afirmó que la suerte tiene cierta importancia, pero que «después de la primera carta, lo que importa son las habilidades».
Como en muchos otros países, el Tribunal reconoció que el Texas Hold’em se basa, principalmente, en estrategia y en habilidad, con un grado adicional de azar.

Se han hecho innumerables estudios científicos que confirman ese predominio. Y esto es tan así, que hay infinidad de escuelas y academias, y se han escrito cientos de libros y miles de artículos. Si el poker no fuera un juego de habilidad, ¿para qué aprenderlo?, ¿para qué preocuparnos por saber jugar mejor?

O como sostiene nuevamente Phil Hellmuth:

«El poker es 100% habilidad y 50% suerte».

De hecho, sin la necesidad de tantas y de tales profundizaciones, una de las mejores formas de reconocer lo afirmado es advertir que quienes habitualmente ganan los torneos o llegan a las posiciones finales son una elite. Podría pensarse en buenas rachas, pero, cuando perduran en el tiempo y la experiencia se repite con tantos buenos jugadores, concluimos en que la técnica supera ampliamente al azar.

Finalmente, quizás el mejor argumento para demostrarlo lo aportó Sklansky, y tiene más que ver con perder que con ganar. Nos dice: Imaginemos que usted trata de perder en un juego de pura suerte, como la ruleta, será imposible. No podemos jugar deliberadamente ni mal, ni bien. Lo mismo no pasa en poker, que ofrece múltiples posibilidades de hacer lo necesario para perder».

En el poker no gana el que tiene la mejor mano, sino el que mejor decide cómo jugarla.

Nada menos que Shakespeare dijo, hace tiempo, que «el destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que las jugamos». Por eso, como dice Chris Ferguson Flag of Estados Unidos: «No le eches la culpa a la mala suerte cuando pierdas y digas que ganas gracias a tu destreza. Si piensas que no tienes nada que aprender, es la forma más segura de garantizar que aprendes exactamente eso: nada» (Chris Ferguson).

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