Inicio > Cómo identificar las expresiones del mentiroso

Por José Litvak

Cada persona tiene sus gestos y es probable que, con poco tiempo y buena observación, podamos identificar sus modos característicos al mentir.

También hay señales sutiles, más difíciles de detectar pero, así y todo, casi imposibles de ocultar, por lo cual los buenos mentirosos también pueden exhibirlas.

El psiquiatra Paul Ekman las llama micro expresiones.

Su descubrimiento fue accidental en un instituto psiquiátrico con una paciente que se suicidó luego de haber respondido negativamente a la pregunta reiterada de si se suicidaría si le dieran el alta médica. La paciente se suicidó a las pocas horas de salir del instituto. Sus terapeutas, entre ellos Ekman, estudiaron detenidamente la grabación de la terapia, y descubrieron que, en forma imperceptible, mientras contaba animadamente lo que planeaba hacer al salir, había hecho una expresión de suma tristeza durante una fracción de segundo.

Las micro expresiones, son movimientos expresivos censurados conscientemente pero que, en principio y antes de contenerlos, se llegan a mostrar, y duran apenas una fracción de segundo.

Por ejemplo, suceden al reprimir una sonrisa, el parpadeo o al fruncir el entrecejo.

Para refrenar un gesto, se contraen mínimamente todos los músculos faciales.

Esa micro expresión dura apenas una fracción ínfima de la que tiene una normal, por lo que se debe estar muy atento para detectarla.

No obstante, Ekman advierte que, muchas veces, el mentiroso “interrumpe” la micro expresión encubriéndola con otra, por lo general con una sonrisa.

Y el gran revelador de engaños es el cuerpo, dice:

“El cuerpo auto delata porque no se le da importancia: todo el mundo está muy preocupado en observar el rostro y en evaluar las palabras pronunciadas”.

También advierte respecto del “error de Otelo. Éste, consiste en considerar que alguien miente sólo porque parece estar nervioso; y muchas veces no es el caso, y del “error de Brokaw”, que consiste en considerarlo, cuando se muestran ciertas conductas típicas de un mentiroso, que el sujeto también muestra habitualmente, como por ejemplo el exceso de transpiración.

Además de notar cuándo un gesto es reprimido, es preciso advertir cuándo es fingido. Una buena táctica para lograrlo es hacer bromas. La risa relaja y genera más receptividad a los mensajes.

Los desfases entre lo que se dice y lo que se muestra, como una sonrisa después de tiempo, indican un probable engaño. Y, como los ojos son el espejo del alma, hay que enfocar la mirada allí (sin hacerlo de manera forzada), no evadirles la vista ni perderla en los alrededores.

Los que saben, dicen que los músculos que rodean al globo ocular se contraen cuando se está tenso y que la dirección de la mirada aporta información.

La creencia popular dice que evadirla, puede resultar sospechoso, y mirar hacia abajo durante el juego es una señal de culpa.

Sin embargo, Ekman destierra este mito. Afirma que los mentirosos son quienes más sostienen la mirada, precisamente porque saben que desviarla causará desconfianza en su interlocutor y porque mientras mentimos es mucho más fácil y seguro mantener la vista fija en en un punto fijo, que puede ser la mirada del interlocutor.

Aun así, sugiere observar otros aspectos de los ojos. Cuando sentimos una emoción desmedida podemos ocultarla pero es prácticamente imposible evitar que se dilaten las pupilas o que aumente el parpadeo.

La mirada bien direccionada y segura llega a ser intimidante. Puede demostrar voluntad de vencer o de no dejarse vencer (ni aún vencido). Mike “timex” Mc Donald es un claro ejemplo de ello.

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