Inicio > El mundo (como el poker) es de los audaces

El mundo es de los audaces. Al menos, eso es lo que aprendimos de chicos, en algún punto de nuestras vidas en donde para ganar las figuritas de nuestros amigos (y enemigos) tuvimos que poner en riesgo las propias como único medio de acrecentar nuestra colección. Si perdíamos, dolía mucho más cuanto menos figuritas nos quedaban, ¿verdad?

Y de esto se trata el artículo de hoy. Si no podíamos comprarlas en el kiosco, la única forma de tener más o mejores cartoncitos redondos o cuadrados, o canicas de colores y configuraciones varias, era ponerlas en riesgo frente a quien quería retarnos.

Nadie aconsejaría dedicarse al automovilismo a quien no tenga una cierta dosis de audacia. Lo mismo ocurre con el poker.

Aquí no está en juego la integridad física, pero sí el dinero y la moral (como condición emocional). El nivel de audacia que necesitaremos para jugar bien variará según el estilo y el riesgo que decidamos correr.

El juego agresivo hoy es dominante y, necesariamente, hay que desarrollarlo o tener capacidad de defensa frente a él. Para eso, se necesita audacia. Nadie que no tenga esta aptitud podría practicarlo con razonables expectativas de éxito.

¿Qué están mirando?

Esto no significa desmesura ni asumir riesgos no controlados. Pero, cuando hay que correrlos, debemos hacerlo. Si no hay «agua en la pileta», no hay que tirarse, pero si la hay, tendremos que hacerlo desde el trampolín más alto.

En La mentalidad del jugador de Poker, Ian Taylor y Matthew Hilger explican:

«Un error común es pensar que los jugadores tienen que ser amantes del riesgo. Muchos lo son, pero no todos. Una persona adversa al riesgo puede jugarlo si:

  1. El placer que extrae de jugar recompensa el dinero que puede perder.

Es probable que no considere que el poker es una forma de apostar, sino más bien que paga por entretenerse. Por ejemplo, un niño acostumbrado a que se le cumplan sus caprichos, cuyos padres no se ocuparon de fomentar su autonomía, tendrá menos tolerancia a la frustración y eso se verá reflejado en su forma de jugar.

Normalmente, esos hombres no se hacen responsables de sus actos y son deportistas que buscan excusas para sus fracasos. En psicología, esto se conoce como locus de control (seguramente usted conoce muchos).

Quien atribuye sus derrotas o victorias a elementos ajenos posee un locus de control externo. Mientras que quien reconoce sus victorias y derrotas como propias posee un locus de control interno.

No hay deportistas exitosos sin este atributo, ya que son estos quienes asumen con hidalguía sus resultados, sean cuales sean.

  1. Es un jugador ganador y tolera el riesgo que tiene que asumir para ganar el dinero que gana.

Recuerde: incluso una persona adversa al riesgo puede apostar si tiene una ventaja suficientemente grande.

De hecho, la mayoría es gente normal, que juega a tiempo parcial con dinero que se pueden permitir perder. La mayoría hace todas las cosas normalesque hacen las personas adversas al riesgo, como contratar un seguro para el hogar y seguros de vida.

Aquí no hay margen para intentar controlar el riesgo. Empezará a tener problemas si juega una ronda, o aún peor, toda una sesión, pensando algo así como: «Quiero ganar mucho dinero aquí, pero no quiero arriesgarme a perder demasiado».

Muchas veces, decidiremos soportar un raise y descubriremos que el juego del oponente era mejor que el nuestro. Otras veces, ganaremos no teniendo una mano muy buena, pues el resto las tendrá peores.

Lo único seguro es que, si decidimos abandonar cada vez que tememos que nuestro rival tenga un juego mejor (y si temblamos muy seguido), terminaremos perdiendo más que si corremos riesgos calculados, lo cual, después de todo, es una buena definición del juego.

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