Por José Litvak

• Ver Parte I

6. Varones y mujeres discuten de forma diferente

Algo que caracteriza al ser humano es la discusión. Juntemos a dos personas y habrá una disputa asegurada, incluso alguno que otro lo hace consigo mismo. Se rivaliza sobre cualquier cosa, si bien cada uno tiene un estilo diferente. Tenemos a los sumisos, los pasivos, los agresivos, los abusivos- pasivos, los agresivos-abusivos, los sumisos-agresivos, etc.

Ya de por sí hombres y mujeres tienen una forma diametralmente opuesta de expresar lo que sucede en su mundo interno. El famoso escritor John Gray lo explicó claramente en su libro “Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus”: 

“Las mujeres piensan en voz alta compartiendo su proceso de descubrimiento interior con un oyente interesado. Aun hoy, una mujer a menudo descubre qué quiere decir a través del simple proceso verbal. El proceso de dejar simplemente que los pensamientos fluyan en libertad, expresarlos en voz alta, la ayuda a sacar provecho de su intuición. Pero los hombres procesan la información en forma muy diferente. Antes de hablar o responder, meditan o piensan en lo que escucharon o experimentaron. Interna y silenciosamente imaginan la respuesta más correcta y útil. Primero la formulan en su interior y luego la expresan. Este proceso podría tomar unos minutos u horas.”

Es por eso que las discusiones más tontas pueden generarse a partir de la incomprensión femenina a los silencios masculinos o a la confusión que genera el torrente de información que brindan las féminas a sus compañeros. Una característica distintiva es que las mujeres buscan comprender y los hombres persiguen soluciones (tampoco es menos cierto que los hombres persiguen mujeres). Quizá por eso las mujeres necesitan hablar, necesitan analizar los detalles, explorar los sentimientos.

Los hombres son más “dermatológicos” van directamente al grano y buscan la solución rápidamente. Tal y como lo expresa Grey, muchas veces parecemos venir de planetas diferentes y, por lo tanto, hablar distintos idiomas.

7. Las mujeres se preocupan más

Está demostrado que las mujeres, de todas las edades, tienden a preocuparse más, a tener intranquilidades más intensas que los hombres, a percibir los riesgos y a tener mayor ansiedad y propensión a la depresión.

La Lic. Mazza explica: “No se conocen aún las razones, pero no debería descartarse, entre otras, la dificultad, tampoco explicada, de conectarse con el deseo (en términos genéricos). Puede que la crianza también tenga su influencia, no olvidemos que cuando las niñas juegan a “ser mamás” practican responsabilidades que los varoncitos ignoran cuando imaginan locas carreras de autitos. Eso sin mencionar los estrictos estereotipos de belleza femenina. Ellas pierden sex appeal con la edad mientras que ellos se vuelven más atractivos.

Sin embargo ni Freud ni Lacan, ni la psicología más moderna, han podido descifrar claramente este interrogante. Y esto que no tiene explicación unánimemente aceptada en ese campo del saber, tampoco lo tiene en otros (neurociencia, metafísica, filosofía o la física cuántica)”. La única que conocemos es la esbozada por un reo del barrio, pero preferimos omitirla.

8. La lectura del lenguaje no verbal

Según la psicología, las mujeres son mejores para interpretarlo De hecho, las mujeres tienen un 11% más de neuronas en los centros dedicados al lenguaje y también desarrollan mejor la capacidad de captar las intenciones del otro (no parece algo muy difícil, si se tiene en cuenta que el varón tiene una sola intención).

9. El manejo del dinero

Todos establecemos un vínculo con el dinero, lugares donde preferimos invertirlo, ganarlo o gastarlo, personas con quienes compartir nuestra fortuna, y hasta aprovecharnos. Las mujeres suelen enamorarse de un hombre generoso, que las mime con regalos y que satisfaga sus necesidades. Los hombres no suelen fijarse en este detalle, sino más bien en otros atributos.

En líneas generales, y sobre todo en los negocios, la mujer es más prudente. Esto hace que sean menos las que pierden dinero comprando activos de riesgo o apostando a empresas nacientes, como así también es escasa la cantidad que llegan a ser millonarias. En las finanzas, la relación riesgo-rentabilidad es inquebrantable. Lograr rendimientos extraordinarios requiere asumir contingencias extraordinarias.

Las mujeres también suelen sentirse más intimidadas que los hombres en el manejo del dinero porque, históricamente, en muy pocas oportunidades tuvieron recursos financieros propios. Y esto tiene que ver con la cultura y con el mito del hombre proveedor, encargado de llevar adelante los temas referentes a la captación y el manejo económico, mientras que la mujer se ocupaba de los quehaceres domésticos y de la de la crianza de los hijos.

10. Aspectos múltiples vs. aspectos secuenciales

Según la Lic. Mazza, “La psicología femenina puede ver más allá de lo inmediato y planificar con mucha anterioridad. La imaginación y el desarrollo de la intuición le permite adentrase al futuro y tener una actitud preventiva de alto rendimiento. 

Los hombres funcionan más y mejor en el aquí y el ahora, les agrada resolver problemas (inmediatez). La mente masculina tiende a rechazar el pensamiento visceral y las decisiones intuitivas: todo debe ser claramente explicado y analizado antes de tomar una decisión.

La mente femenina es capaz de asimilar infinidad de pequeños detalles en un todo significativo y “olfatear” la solución aparentemente sin tantos recursos técnicos. Al ser más flexible, asimila incluso aquella información que los hombres eliminan (en ocasiones, la solución correcta suele estar precisamente en esos datos desechados).

La tendencia parece clara: la mujer aglutina y el hombre divide. El hombre ve el árbol y no es capaz de apreciar la belleza del bosque; la mujer se adentra en el bosque, y olvida los árboles. O, desde una visión más optimista: el varón cuida más el árbol, mientras la mujer cuida más el bosque”.

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