Esta semana el destacado jugador de poker y youtuber Lex Veldhuis  ha confesado a través de sus redes sociales una terrible adicción que le aqueja. El Team PokerStars Pro declaró ser adicto a la terrible droga llamada… Candy Crush. Y en esta nueva edición de los Viernes Freak queremos intentar ayudarlo a salir de ella tanto a él como a todos los lectores que puedan estar metidos en este terrible vicio.

¿Qué es el Candy Crush?

Para todos los que no sepan de qué se trata el Candy Crush (nos alegramos por ustedes), se los resumimos: es un juego para dispositivos móviles en el que debes juntar tres caramelos iguales para avanzar en el marcador.

Simple, pero adictivo como él sólo…

Cómo nos manipula la mente

Es tan grande el vicio registrado por este juego que la comunidad científica se ha puesto a trabajar para descifrarlo. El juego parte con niveles muy fáciles y se va dificultando a medida que vas avanzando, provocando un fuerte sentimiento de satisfacción y superación.

«Estos logros se perciben como mini recompensas en el cerebro, liberando dopamina y aprovechando el mismo neurocircuito implicado en la adicción, para reforzar las acciones», cuenta un articulo científico publicado en el diario británico The Guardian.

«A pesar de su reputación como un producto químico que produce placer, motivación y deseo, la dopamina también desempeña un papel crucial en la regulación del aprendizaje, consolidando comportamientos que se repiten una y otra vez».

El Candy Crush parece ser un juego que requiere de la total pericia del jugador, sin embargo, hay un gran factor azaroso.

El triunfo varía en función de la gama de colores que ha sido proporcionada al azar, lo que implica que los logran vendrán de forma inesperada. Se pierde más a menudo de lo que se gana y nunca se conoce cuándo aparecerá el próximo triunfo. En lugar de desalentar, esta realidad hace que el juego sea aún más atractivo que cuando se ganaba fácilmente.

Esta estrategia se conoce como un programa de refuerzo de razón variable y es la misma táctica utilizada en las máquinas tragaperras”, prosigue el artículo. Nunca se puede predecir cuándo va a ganar, pero se gana con la suficiente frecuencia para que el usuario desee continuar.

El juego del control

Aquí vemos a Lex Veldhuis preocupado por sus manos y sus vidas en el Candy Crush.

El juego provoca una falsa ilusión de que nosotros tenemos el control de las acciones en el juego, pero no es así.

«La ilusión de control es un elemento crucial en el mantenimiento de la adicción al juego ya que infunde un sentimiento de habilidad o de control. Hay una serie de características en el juego como los denominados boosters que hacen creer a los jugadores que están afectando el resultado del juego,pero esto ocurre en casos contados».

Otro detalle que vuelve adictivo es el limite de vidas, que impide generar una sensación de cansancio. Tras perder cinco veces, hay que esperar 30 minutos para regenerar una vida, lo que provoca que el jugador nunca se sienta saciado y siempre tenga ganas de más. Este efecto se conoce como hedónica, y ha sido estudiado en la Universidad de Harvard y la British Columbia.

Tampoco es casualidad que el juego use caramelos y no otros objetos. Los alimentos resultan muy recurrentes en los juegos de azar ya que los liga a la felicidad y el placer que se obtiene al comer.

¿¡Cómo lo detenemos!?

Ya sabemos cómo actúa la droga Candy Crush en nuestro cerebro, ahora es necesario conocer cómo la podemos sacar de nuestras mentes. Asi que Lex y todos los amigos y amigas que estén sufriendo de este mal a continuación les dejamos unos tips:

• Admítelo de forma pública
• Busca ayuda psicológica
• Sustituye el Candy Crush por otros juegos menos adictivos
• Cierra tu cuenta de Candy Crush
• ¡Vive en paz con tu adicción!

Bueno, para finalizar, sabemos que el Candy Crush no es una adición como a las drogas duras. Sólo lo comparamos de forma humorística, salvo casos extremos como estos, nadie arruina su vida por practicar este juego.

(PD: A propósito… ¿Alguien me regala una vida?)

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— CodigoPoker (@CodigoPoker) 1 de junio de 2018