Inicio > El juego patológico: dejar de repetir para avanzar

Por: José Litvak Flag of Argentina

Según un popular proverbio “El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él”. Para superarse en cualquier aspecto de la vida, hay que cortar con la repetición. Suena sensato.

En el caso del juego toxico o patológico, ¿qué es lo que la persona repite?, repiten todo. Repiten jugadas, repiten mentiras, repiten cábalas, repiten números. Y, por supuesto, repiten pérdidas. Porque están instalados en el circuito del quebranto. En ese círculo prevalece el pensamiento mágico, la ilusión y convencimiento en que van a ganar. Saben que van a perder, pero creen lo contrario.

Este razonamiento es contradictorio, los aleja de la desilusión y el desencanto que tienen de la vida. La adicción es lo tóxico. Las personas no lo son, sí lo es el vínculo que establecen con el objeto causante.

Cuando hablamos de adicción, hablamos de compulsión. De ahí que el ludópata repita conductas financieramente suicidas, como si nunca hubieran afectado sus ingresos. Cualquier actividad se torna compulsiva cuando es desmedida o cuando sólo tiene sentido en el exceso. Lo que prevalece es la relación con el juego por encima de la relación con los otros.

Imaginemos un adicto a la comida que se sienta a una mesa servida. En ese banquete (representado como el exceso) la gula hará que quiera “comerse todo”. En el mismo lugar puede haber gente que disfruta de vincularse con los otros, al tiempo que saborea un buen aperitivo. No hay fondo. Cuando los ludópatas no pueden dejar de jugar (y el obeso de comer) no aceptan el límite.

Los que tienen un problema compulsivo, como toda adicción, se van concentrando en una sola cosa, y los ludópatas viven al juego como único. Por eso, el tratamiento apela a que se conecten con otros placeres. Con aquellos que tal vez tuvieron en otro momento, pero que los dejaron por concentrarse sólo en uno.

Según George Koob1 la sensibilidad de los ludópatas “para actividades gratificantes como el sexo puede ser tan débil que el juego es lo único que todavía les trae placer, tal vez es todo lo que queda”. Y es que el ejercicio compulsivo del juego es auto satisfactivo. Los jugadores sanos, en cambio, tienen una práctica erótica enfocada hacia otro. Puede decirse que dan y reciben placer, se divierten y divierten a sus rivales, el disfrute es mutuo.

Para la psicología el placer sano, en todos los aspectos de la vida, está vinculado con ofrecerlo y darlo al mismo tiempo que se recibe. “Puedo conectarme con otro, aparece otra persona, otro sujeto vinculado a la escena placentera”.

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