Cuando nos ponemos a pensar en una mano, y solo una, que cambió la historia para siempre, generalmente vamos a la misma. Encontramos a Chris Moneymaker conteniendo la respiración en un stone cold bluff ante un Sammy Farha que lo mira atentamente. Si paga, se termina todo y, una vez más, un profesional se lleva el título de la Serie Mundial. Finalmente termina foldeando y unas manos después, Chris se convierte en campeón. El cuento de hadas, ¿verdad?

Lo que pocos recuerdan es que Chris se la vio muy, muy complicada llegando a la mesa final: se topó ni más ni me menos que con Phil Ivey , quien todavía estaba en sus veintitantos.

Hay una parada clave en la que Phil lo tiene contra las cuerdas a Moneymaker. De ganarla, el Tiger Woods del poker se dobla y deja lastimado al, hasta entonces, contador. De perder, queda afuera del torneo.

La gran incógnita que queda es la siguiente… Si Ivey hubiese ganado la mano y finalmente el brazalete, ¿el poker sería el mismo hoy en día?