Macao es una región administrativa que se encuentra en la República Popular de China. Desde allí vienen miles de millones de historias de partidas gigantescas en las mesas vivas y otros misterios que a muchos de los que estamos en estos lares nos resultan muy difíciles de descubrir. Sin embargo, hay guerreros que a punta de fichas y cartas se mueven hasta el continente asiático para encontrarse con la verdad de la historia. Uno de ellos es el santiagueño Maximiliano Gallardo , quien desde el 2015 viaja para medirse con los que se animan a llegar hasta allí y también con los siempre fascinantes asiáticos.

Una cena durante la última gira asiática con la banda

«La primera vez que viajé fue en febrero de 2015 y no tenía idea con lo que me iba a encontrar», reconoce Pachila. «Mi amigo Stones (Marcelo Betbesé), que es un referente mío en el poker por su trabajo y por todo lo que hace por esta disciplina, me invitó y fui con él junto con Mathias Duarte y el Mono Diego Madrigali. Me fui a ver qué tan buenas estaban las mesas y me fue bastante bien. Realmente superó mis expectativas. A partir de eso, volví al año siguiente y descubrí que las mesas ya no estaban tan provechosas y se iban secando. Antes habían muchas más para los niveles que jugaba y ahora es diferente», cuenta este grinder de 27 años.

Que las mesas sean cada vez menos redituables no se debe a que cada vez haya menos interesados en este deporte sino a que «la gente va mejorando y el poker se hace cada vez más difícil. Si bien siempre va a haber jugadores malos, cada vez cuesta encontrar más a aquellos que antes te las regalaban -literalmente- las fichas», sostiene Gallardo. «Se nota que el poker se ha puesto más duro», asegura.

También se tomó un tiempo para analizar a los rivales con los que se enfrentó en cada una de las cuatro veces que visitó Macao. «Si me das a elegir, prefiero a los jugadores asiáticos. Son muy egocéntricos al punto tal que llegan a festejarte una mano que te ganó otra persona, y ellos no tuvieron nada que ver en todo el desarrollo. Son muchos más temperamentales que los europeos, y tienden a salirse más de su eje. Los europeos, en tanto, tratan de jugar siempre de la mejor manera, aunque hay alguno que otro al que le patina. Pero los chinos presentan más batallas, son capaces de hacer cualquier cosa. Sienten que tienen que aguantar los trapos», grafica Gallardo con una sonrisa.

Pachi, en la mesa televisada de la WSOP 2017, en Las vegas

De cada uno de sus viajes, Pachi no se trajo solamente un beneficio económico. Es que en esta región del sur chino no es todo color de rosa. Entonces, afrontar una mala racha o el hecho de sentirte solo a tantos kilómetros de casa no es algo simple de asimilar: «Superar una mala racha en Macao te hace más fuerte. Estás lejos de tu familia y de tus cosas, te está yendo mal, y al otro día te tenés que levantar para jugar. Pasar por eso te fortalece. A partir de eso, las malas rachas se vuelven más tolerables», afirma quien en sus últimos dos viajes jugó de 560 horas. Es decir, un poco más de 9 horas por día.

Finalmente, Gallardo, que en los últimos tiempos se transformó en un habitué de las partidas 100/200 de Macao, que al cambio serían US$12/US$25, no aseguró que vaya a regresar ya que la vida oriental es bastante diferente a la occidental. «Todo depende de las mesas, porque no es un lugar en el que me guste estar. Para ser sincero, para el día a día es el lugar que más odio, jaja… Como que no me gusta, la paso mal. También tiene sus beneficios, pero veo difícil que sea una parada para mí. Las mesas cash, que cada vez se van secando, junto con semejante viaje y semejante gasto, hace que se cada vez se vuelvan menos viable. No me quiero contradecir: tal vez vuelva alguna vez más y listo».