La alegría de ganar cientos de miles de euros se ve opacada años después por un juicio con el Estado y una condena que obliga a devolver mucho más y la posibilidad de ir a prisión por delito fiscal. Esa situación atraviesan Jesús Cortés y Dragan Kostic , subcampeones del EPT Barcelona Main Event en 2010 y 2011, respectivamente.

En España, el juego en las mesas de casino no tributa al momento, sino que los jugadores deben declarar su ganancia anualmente. Sólo el Casino de Palma retiene una parte de los premios en el instante. Fuera de allí, Hacienda nunca puede saber quién ganó salvo en casos que haya publicidad, como en el de los grandes torneos de poker. Por eso un jugador está obligado a reflejar todos los ingresos obtenidos sin considerar las inversiones realizadas. En el caso de las loterías la legislación es, en cambio, diferente. Los premios inferiores a 2.500 euros no tienen que ser declarados a Hacienda, mientras que en los casos en que se supera dicha cantidad es el propio organismo de loterías el que ingresa directamente a la Agencia Tributaria el 20% del premio.

Cortés: de héroe local en 2010 a villano fiscal años después.

Cortés nació en Zaragoza en 1988 y se dedicó al ajedrez hasta avanzada su adolescencia, cuando se pasó al poker atraído por los beneficios económicos. Con sólo 22 años ganó un satélite que lo depositó en uno de los eventos más populares del mundo y cuya entrada era de €5.300. Llegó a la mesa final y fue el único local en ella: «Me cuesta ver el poker como una diversión, es mucho trabajo», confesó ante las cámaras antes de emprenderse en la sesión que lo dejó segundo y con un premio de 525 mil euros.

Según quedó demostrado en la causa, el dinero quedó depositado en el Casino Barcelona durante seis meses y fue el propio Jesús quien lo retiró en persona, aunque nunca lo declaró en la renta anual. Por eso, la secretaría de Hacienda abrió una inspección y en 2014 lo denunció por no abonar unos €218.123, más los intereses que duplicaban la cifra y una pena de dos años de cárcel, pena que fue confirmada en 2016 por un juzgado penal, pese a que Cortés señaló que el premio era compartido con otro jugador y con un inversor, argumentos que no logró demostrar con pruebas concretas. Al momento, el jugador se declaró insolvente y la condena a prisión está pendiente de revisión.

La historia se repitió con Kostic. Oriundo de Macedonia, pero residente hace más de veinte años en Mallorca, quedó segundo del mismo torneo en 2011 y cobró 523 mil euros. En su renta siguiente declaró €7.028 de ingresos y así la fiscalía lo denunció dos años después por defraudar €230.110. En este caso, su argumento defensivo fue «el desconocimiento». Es decir, no negó el premio recibido ni haber omitido su declaración, sino que adujo no saber que tenía que hacerlo y que con el pago de la entrada al torneo ya estaba aportando su cuota fiscal.

Pero el magistrado que tomó cartas en el asunto no aplicó perdón y adujo, entre otros argumentos, que «es muy llamativo que un jugador profesional de poker no esté informado sobre como debe pagar sus impuestos». La condena total, entonces, fue a un año y medio de cárcel y a pagar €630.110. Al igual que en el caso anterior, Kostic se declaró insolvente y confía en que, al carecer de antecedentes penales, la pena de prisión quedará en suspenso ya que así suele ocurrir con las menores a dos años.

Las condenas mantienen agitado a un sector que tiene una enorme cantidad de emigrantes, ya sea para jugar online desde otros países como torneos en vivo en el exterior y así evitar el impuesto local. Lo mismo ocurrió por ejemplo con los ciclistas, que que optaron por Andorra o Suiza como vecinos territorios flexibles económicamente con su disciplina. Hay algo que queda claro: el fisco español no está bluffeando.