Aunque los millonarios premios de los torneos de poker o las abultadas partidas de high stakes deslumbran a los jugadores, lo cierto es que para la industria del juego y el entretenimiento la percepción hacia este juego es otra.

Los casinos siguen con sus reaperturas casi a nivel mundial en medio de una pandemia aún incierta y para sorpresa de algunos, las partidas y torneos de poker no han estado incluidas en la primera etapa de reanudación en la oferta de juego.

Algo que quedó al descubierto ante esta situación es que las mesas de poker, sea cual sea su modalidad, son poco rentables para los casinos, que han llegado a confesar que en muchos casos las incluyen en sus locales solo para brindar un espacio a estos jugadores, con la esperanza de que se sientan atraídos por algún otro espacio lúdico del establecimiento.

En términos prácticos, la «mina de oro» de los casinos está en las máquinas tragamonedas, seguido por la ruleta y juegos como el blackjack, es por ello que la relación entre el espacio físico que un poker room necesita comparado con las ganancias que estos dejan o que dejarían si dichas máquinas estuvieran en ese salón, es el ejemplo más claro del pensar de los administradores de los establecimientos de juegos.

A esta situación hay que sumarle que las restricciones de reapertura han limitado el aforo de los casinos, por lo cual el ejemplo anterior se hace más notorio en cuanto a la prioridad en oferta de juego que se debe brindar en una primera etapa.

Por otra parte no todos pierden en esta ecuación, pues los dealers son los que se benefician de forma directa de los salones de poker gracias a las propinas, más si se trata de cash games.

Otro aspecto que desilusiona a los dueños de casinos en cuanto a números es el perfil del jugador profesional. Dicho profesional, en su mayoría, entra directo a un poker room sin mirar las demás ofertas de juego que existen sumado a la falta de consumo de bebidas alcohólicas e incluso de la variedad gastronómica al tratar de maximizar sus ganancias.

Sin embargo, este panorama actual puede servir para que nuevos actores políticos y empresariales vean en el poker un oportunidad para sacarlo fuera a de los casinos y convertirlo en un sector aparte en la industria del entretenimiento y ocio con la ayuda de grandes marcas que se interesen por este nicho pero que han tenido una intervención limitada por tratarse de un juego dentro de un local de azar.