El debut del Big One for One Drop en la World Series of Poker en el 2012 marcó un antes y un después en la historia del poker mundial. El torneo más caro hecho hasta ese entonces entregó el premio más alto hasta ahora entregado: 18 millones de dólares. 

El Big One nació como un evento caritativo, pero también como una manera de publicidad para una WSOP que por ese entonces necesitaba marketing para sobresalir entre los inminentes circuitos internacionales que iban naciendo cada día y que se quedaban con sus jugadores. Y la apuesta les dio resultados…

Anthony Gregg se quedó con la versión «económica» del Big One for One Drop.

El evento pasó por varios medios de comunicación, tanto especializados como por la prensa general, y Antonio Esfandiari se hizo aún más popular. La WSOP había hecho una jugada publicitaria maestra.

• La agenda de la WSOP 2018

Al siguiente año, aún con la expectación del Big One, nació su versión más económica de US$1.111 llamada Little One for One Drop otro One Drop High Roller US$111.111.

El primero contó con 4.756 entradas generando un pozo a repartir de US$4,280,400 y en donde Brian Yoon se quedó con el primer lugar más un premio de $663,727. El High Roller contó con 166 entradas, una bolsa de 17,891,148 y el ganador fue Anthony Gregg, quien se quedó con $4,830,619. Ambos encuentros entregaron más de 500 mil dólares a la caridad.

De esta manera el camino del One Drop se consolidó para que el torneo más caro del mundo pudiese regresar el próximo año. Y del cual les hablaremos en la próxima edición de este especial que estamos haciendo de este millonario encuentro a raíz de su reciente anuncio de su regreso a la WSOP 2018.